Comentario

Planificación urbana en tiempos de pandemia

Nuestra constante exposición ante crisis naturales, sociales y pandémicas evidencian la urgente necesidad de considerar nuevos lineamientos de planificación y gestión de ciudades el factor “emergencia”.

24 de abril de 2020

Cómo anticipar nuevas crisis en las ciudades

Abordar el concepto de ciudad policéntrica en este momento se muestra más evidente y relevante que nunca. Es indiscutible que nuestra constante exposición ante crisis naturales, sociales y pandémicas evidencian la urgente necesidad de considerar nuevos lineamientos de planificación y gestión de ciudades el factor “emergencia”. Sin embargo, si se pensara en variables preventivas sostenibles en tiempo, entenderíamos que las ciudades no son un problema, sino parte de la solución.

Los pasados acontecimientos de desastres naturales, especialmente el terremoto y tsunami del 27F, y hoy una pandemia, han demostrado la alta exposición a las “multiamenazas”. Y a pesar que nuestra condición constructiva cuenta con muy buenos índices de calidad, seguimos presentando importantes deficiencias en nuestra planificación.

Más allá de lo pendiente, nuestras ciudades deben incorporar este factor y es aquí cuando surge la pregunta: ¿cómo nuestra ciudad responde a una emergencia de salud? Con la experiencia del 2010 surgieron varios proyectos de reconstrucción que se mantuvieron durante años como parte de la discusión gubernamental, universitaria y de ciudadanía. Diez años después el escenario es distinto, no hay una situación geográfica, hay una circunstancia viral a nivel mundial.

El Covid-19 pone a prueba diversas variables en distintas escalas de planificación y sin duda, será una de las tareas futuras para urbanistas, sociólogos, planificadores y todos quienes seamos parte de estos complejos socioespaciales altamente dinámicos que son las ciudades.

Descentralización de ciudades policentrales

Abordar el concepto de ciudad policéntrica en este momento se muestra más evidente y relevante que nunca. Pareciera evidente que las decisiones respecto a las densidades extremas y centralización urbana (capitales macrocefálicas de alto peso poblacional y económico respecto del resto del país) pueden producir potenciales focos de daño medioambiental y sanitario con una directa incidencia en la salud de los habitantes. 

Las consecuencias de la extrema densificación y extensión no resueltas, implican congestión en los desplazamientos por transporte público, centros altamente poblados y, en situaciones como estas, la paralización de la mayoría del país. También en alguna medida ocurre a escala micro, porque a mayor densidad de un edificio crece el riesgo de contagio, entonces se requerirían condiciones de habitabilidad con normas mínimas de ventilación, ascensores y espacios comunes con mayor utilización.

Estas y muchas otras variables provocan un inmenso deterioro en la calidad de vida de los ciudadanos, significando un mayor riesgo en la salud. Todo indica que desarrollar importantes polos económicos distintos a Santiago y establecer satélites de desarrollo a nivel comunal en todo el país se hace cada vez más imperante.

Arquitectura acorde a la emergencia

Ante la rapidísima evolución del virus, China logró construir un Hospital en 10 días y durante la experiencia 27F Chile gestionó decenas de unidades de emergencia, donde infraestructuras educativas y de salud fueron posiblemente las que presentaron mayor prioridad.

En poco tiempo aparecieron las viviendas anti tsunami para zonas costeras y se establecieron zonas de riesgo, sistemas de evacuaciones, instalaciones de señaléticas, entre otras medidas. Nuevamente se hizo parte del paisaje la “vivienda de emergencia-permanencia” endogámica de Chile: la mediagua.

Los containers habilitados también se hicieron parte del imaginario de algunas localidades por más del tiempo, por su parte las universidades focalizaron todas sus unidades de estudio a estos prototipos y a una planificación que fuese en sintonía con nuestra realidad de “multiamenaza”.

¿Cómo hacer para que estos proyectos y potencial creativo no se pierda y quede solamente en la discusión teórica universitaria?, ¿cómo hacer para que los arquitectos desarrolladores de estas infraestructuras tengan una real oportunidad para ser parte de un proyecto que respalde situaciones de catástrofes? Parte importante en la búsqueda de este camino está en la prefabricación constructiva y contar con un fuerte apoyo institucional en pro de estas infraestructuras.

Smart Cities para todos

El concepto de “Smart City” o “Ciudad Inteligente” suele confundirse con una ciudad cuyo única cualidad es ser altamente tecnológica. Si bien esta es una de sus características fundamentales, el sentido detrás es su sostenibilidad en el tiempo. Esta característica trae consigo el concepto de ciudad resiliente, lo que está en directa relación con lo que estamos viviendo actualmente.

Ante la emergencia del Covid-19, en China se utilizaron drones y cámaras con altavoces para comunicarse con los habitantes sobre normas exigidas por el gobierno. También implementaron tecnología de reconocimiento facial para el seguimiento de los infractores de cuarentena y robots distribuidores de desinfectante.

En Chile existen iniciativas de Smart City en ciertas localidades, y el escenario que enfrentamos agudiza el valor real de invertir en este tipo de proyectos.

Permitir que la tecnología reemplace el trabajo de personas es, en este caso, una de las medidas más eficiente para evitar el contagio. Y estos ejemplos representan el sentido de una ciudad Inteligente, donde la tecnología está al servicio de sus habitantes y pueden generar un importante valor agregado para frenar la propagación.

Volvemos a los mismos problemas de siempre, al menos en Santiago de Chile. El Coronavirus no ha hecho más que extremar y relevar las necesidades que tenemos pendientes, ahora desde una crisis de la salud de sus habitantes.

Debemos mirar hacia sistemas de transportes más eficientes, densidades controladas, desplazamientos menos extensos y desde luego la descentralización. Esto, además de considerar seriamente nuestra condición de país sometido a constantes amenazas y la incorporación de tecnología en nuestra planificación.

Una planificación bien pensada y elaborada, implicaría una mejora transversal a todas las variables de esta misma, para la cotidianeidad y para la emergencia que estamos viviendo, incluso aquellas inimaginables que no tienen que ver con nuestra geografía.